Es importante separar y discriminar entre aquellos programas pensados para el aprendizaje, de los desarrollados sólo para entretener. Así, uno podría pensar que todo programa de televisión educa, pero se debe separar previamente, entre los espacios que pretenden, desde su concepción, el sugerir o intervenir correctamente en la mejora de aspectos escolares o sociales; de aquellos que no lo realizan, simplemente, porque no forma parte de su finalidad inicial, priorizando aspectos de contenidos negativos; situación preocupante y que debe estar bajo constante observación, porque los niños y jóvenes están sumergidos en los estímulos de la imitación y de fácil influencia de los medios de comunicación.

La televisión educativa busca contribuir en el proceso de enseñanza-aprendizaje, enseñando no solo a través de los contenidos específicos a los que se refiera el espacio, sino también a través de habilidades y valores personales o sociales. Por ello, cultivar las oportunidades que entrega el medio televisivo, como recurso didáctico, es el desafío permanente entre quienes intentamos encauzar su perfecto visionado. Ignacio Aguaded, catedrático de la Universidad de Huelva, y uno de los precursores sobre la competencia televisiva, detalla que: «si la escuela ha de tender a la educación armónica de los alumnos para que adquieran, tanto plena conciencia de sí mismos, como autonomía en su actuación, ¿cómo ignorar la poderosa influencia del medio televisivo y no ayudarles a conocer, comprender, interpretar y usar la televisión? Es necesario por ello que, desde el aula, se aprovechen las indudables potencialidades educativas del medio y que, al mismo tiempo, se favorezca que los chicos y chicas puedan defenderse del acoso manipulativo que con mucha frecuencia -y no siempre de forma patente- está explícito en los mensajes audiovisuales” (Aguaded, 1999).

Del mismo modo, dos autores españoles, Mariano Cebrián y José Pérez Tornero han profundizado el trabajo realizado por Aguaded. Al respecto Cebrián complementa que: «se trata de formar a los niños para que sepan reconducir la información, reflexionar sobre ella y reconstruir su significado, como usuarios avanzados de los medios con oportunidades de expresarse y, por consiguiente, como ciudadanos que tengan posibilidades de acceso y demanda a unas cadenas de televisión y por extensión al resto de medios» (Cebrián, 1995). Por su parte, Pérez Tornero, detalla que: «el usuario sólo tiene que comprender esa situación, habiendo adquirido la “competencia televisiva” correspondiente, para cambiarla y conseguir una actividad más libre y útil ante la televisión. Además, señala que esta actividad debe proyectarse desde diferentes dimensiones:

  1. Desde el punto de vista del espectador: en la selección, el uso y la utilización de los programas.
  2. Desde el punto de vista del decodificador de los mensajes: teniendo la posibilidad de realizar una lectura crítica, no mistificada y libre de manipulaciones abusivas.
  3. Desde el punto de vista del usuario de la televisión: utilizándola como instrumento práctico bien para el aprendizaje, para la indagación o para la comunicación.
  4. Desde el punto de vista de la expresión: pudiendo ser el telespectador activo en la confección del mensaje televisivo, sea encontrando el modo de trasladar a él las demandas que se efectúen, o bien participando, de modo directo o indirecto en su elaboración» (Pérez Tornero, 1999).

Bibliografía recomendada:

  • AGUADED, J. (1999). Convivir con la televisión. Familia, educación y recepción televisiva. Barcelona: Paidos. España.
  • AGUADED, J. (1997). Jóvenes telespectadores activos. Campaña de sensibilización para un consumo inteligente de la televisión. Revista La otra mirada a la tele. Propuestas para un consumo inteligente de la televisión. Sevilla, Consejería de Trabajo e Industria, España.
  • AGUADED, J. (1997). Descubriendo la caja mágica. Aprendemos y enseñamos a ver la televisión. Guía didáctica y cuaderno de clase. Huelva, Grupo Comunicar. España.
  • AGUADED, J. (1999). Convivir con la televisión. Familia, educación y recepción televisiva. Barcelona, Paidos. España.
  • AMBRÓS, A. y RAMÓN, B. (2011). Educar en medios de comunicación. La educación mediática. Barcelona: Graó. España.
  • CEBRIÁN, M. (1995). Información audiovisual: Concepto, Técnica, Expresión y Aplicaciones. Madrid: Síntesis. España.
  • FERRÉS, J. (1994): Televisión y educación. Barcelona, Paidos. España.
  • GARCÍA, A. (2003). Una televisión para la educación. La utopía posible. Barcelona: Gedisa. España.
  • MARTA-LAZO, C. (2005). La televisión en la mirada de los niños. Madrid: Fragua. España.
  • MARTÍNEZ-SALANOVA, E. y Peralta, I. (1996). La educación para el consumo crítico de la televisión debe iniciarse en la familia. Revista Comunicar, nº7. España.
  • PÉREZ TORNERO, J. (1994). El desafío educativo de la televisión. Para comprender y usar el medio. Barcelona: Paidos. España.
  • RODRÍGUEZ, A. (2005). Los efectos de la televisión en niños y adolescentes. Revista Comunicar, nº25. España.
  • VÍLCHEZ, L. (1999). Televisión y familia. Un reto educativo. Madrid: PPC. España.

Complementos

VIII Encuesta Nacional de Televisión – CNTV

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Qué Es Calidad en TV – CNTV

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La Televisión Regional y Local – CNTV

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Guía Qué Ves Cuando Ves TV – Novasur

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Enseñar a Ver Televisión – I. Aguaded

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Niños y Adolescentes Tras El Visor de La Cámara – I. Aguaded

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Audiencias Volatiles Television Ficcion y Educacion

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